jueves, 18 de septiembre de 2014

Pánico

Dile al destino
que no quiero baladas.
Dejar de tropezar con piedras,
para que coloque
un muro de contención
en la senda que recorres.

¿Ves ese camino?

Estaba a rebosar de espinas,
y matorrales
con tendencia al desgarro.
Adoquines afilados
y algún que otro clavo
ardiendo.

Pero sacaste brillo.

Arrancaste de cuajo los rastrojos
con las manos ensangrentadas.

No importan las heridas si el fin justifica los miedos. 

Es peor.

Es terror a no agarrar tu mano.
Pánico al olvido.
Es un no querer que te vayas,

observándote desde el otro punto del planeta.

Dile al amasijo de nervios de mi estómago,

que hay vida después de la suerte. 

Dejé de buscar tréboles

de cuatro espinas
y sin embargo, 

cuando la guerra termina
yo
siempre invento otra.

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